viernes, 29 de mayo de 2009















Dame tu mano, vuela conmigo

seremos soledades y sueños compartidos...

miércoles, 27 de mayo de 2009














Esa tristeza que tienes
viene de un rostro cansado
viene de manos abiertas
por manos que han escapado

Esa tristeza que cuelga
donde termina tu pelo
viene de un mar que ha secado
mientras soñabas anhelos

miércoles, 20 de mayo de 2009











Hakuna matata, una forma de ser


Hakuna matata, nada que temer

sin preocuparse es como hay que vivir,

a vivir así!

miércoles, 13 de mayo de 2009

El hada de las dulces melodías y pupilas encendidas


Ella va caminando por aquel pasillo gris oscuro. A medida que camina va dejando vida en el pasillo que ya no es gris, sino de distintos colores creados por el hada. Nacen flores primaverales y hongos de terciopelo fosforescentes que logran iluminar la fría oscuridad.

De a poco se abren las temerosas puertas del pasillo dejando salir a las tristes criaturas mágicas que allí habitan. El hada ya no camina, el hada danza al compás de la música que emana de sus delicadas manos de cristal. Ella comienza a cantar con una voz tan suave como el algodón. Las criaturas mágicas atraídas por aquellas dulces melodías, siguen a la doncella de las pupilas encendidas. Todos transitan el pasillo danzando, soñando, creando...ya no existe tristeza en el lúgubre pasillo, sino que en cada rincón hay una pizca de amor.

Por fin logran salir del macabro lugar, y corren hacía el verde parque de la libertad.

Juegan, corren, saltan...cantan, ríen, bailan...y todo es tan hermoso, que nada parece ser realidad... Hasta que de pronto todo se vuelve turbio, opaco…las hermosas criaturas desaparecen y el hada se despierta en su pequeña cama...pero ya no tiene poderes mágicos, ahora es solo una niña que sueña con ser feliz.

martes, 12 de mayo de 2009

Cómo te va, dijo el murguista a la muchacha
Que lo cortó con su mirada indiferente
Le dijo bien y lo dejó como si nada
Nuevamente... la princesa
Se perdía entre la gente.

viernes, 1 de mayo de 2009















Cuando la muchachada copaba la esquina
y ellas pasaban rumbo a algún mandado
la barra respetuosa se hacía a un lado
y ellas saludaban lo más finas.

Dejaban en el aire tal perturbación,
que nadie hablaba ni con la mirada.