Dame tu mano, vuela conmigo
seremos soledades y sueños compartidos...
De a poco se abren las temerosas puertas del pasillo dejando salir a las tristes criaturas mágicas que allí habitan. El hada ya no camina, el hada danza al compás de la música que emana de sus delicadas manos de cristal. Ella comienza a cantar con una voz tan suave como el algodón. Las criaturas mágicas atraídas por aquellas dulces melodías, siguen a la doncella de las pupilas encendidas. Todos transitan el pasillo danzando, soñando, creando...ya no existe tristeza en el lúgubre pasillo, sino que en cada rincón hay una pizca de amor.
Por fin logran salir del macabro lugar, y corren hacía el verde parque de la libertad.
Juegan, corren, saltan...cantan, ríen, bailan...y todo es tan hermoso, que nada parece ser realidad... Hasta que de pronto todo se vuelve turbio, opaco…las hermosas criaturas desaparecen y el hada se despierta en su pequeña cama...pero ya no tiene poderes mágicos, ahora es solo una niña que sueña con ser feliz.